domingo, febrero 24, 2008

Estallido

disociada
desmembrada
desunida
mi humanidad yace desperdigada por una emoción negra
un llanto contenido
apretado a los nervios
coyuntado

la placidez del día me violenta
pasa a mi lado mofándose de mi angustia
hiriendo mi lacerada mirada
asustada
agazapada
el miedo me despertó con un susurro maldito
el ansia se hizo su cómplice
y el silencio su encubridor
el tridente está horadando mi estómago ahora
abriendo sendas en mi mente atronada de pensamientos
infames
fatuos
tiránicos

me dejo llevar como el sauce desliza la lluvia
flexible
dócil
resignada

me dejo llevar hasta la demencia

sábado, febrero 16, 2008

No te dejes vencer...

Tu frente reposa entre las manos
acalla el torbellino de los pensamientos
un rictus de angustia atraviesa tu cara
la devastación te aprieta el alma
y abre las compuertas del llanto.

Lloras la vida que te ha sido mezquina
lamentas el curso siniestro de los días
la circunstancia mortuoria de las horas recientes.

Has de saber que el tiempo corre hasta para los lamentos
porque la eternidad no existe ni para ellos
quedarán regados en la oscura memoria
sólo al amparo del olvido.

Mañana estará de vuelta tu sonrisa
la ilusión volverá a caminar a tu lado
habrá un crepúsculo para tu descanso.

No te dejes vencer.




jueves, febrero 14, 2008


No nos vayamos en la volá, por favor...
las rositas,
los bombones en forma de corazón y
los mariachis debajo del balcón,
pidiéndole al reloj que no marque las horas,
no son una dádiva del san Valentín que purga en las iglesias,
ni del amor que profesamos durante 364 días y que hoy tiene carta blanca para ser expresado a los cuatro costados.

Este san Valentín
es el mismo de la Coca Cola,
el que festeja también en Halloween,
el que revive el afecto por los padres,
las madres, los abuelos...
no nos vayamos en la volá.

Seamos sinceros,
celebremos la llegada de la única MESÍAS
que ha venido a liberarnos de nuestra insulsa inocencia:
DOÑA GLOBALIZACIÓN.

sábado, febrero 09, 2008

He caído desde la algarabía del ruido al abismo profundo del silencio.
Mi cuerpo aún no termina de acostumbrarse a este nuevo espacio infinito y mi mente vaga solitaria en un mar de pensamientos inútiles.

Voy de un lado a otro, buscando una ocupación que me distraiga y sólo encuentro destinos momentáneos, que me arrancan por breve tiempo de esta soledad aplastante.

Un libro tirado por ahí; varias películas a medio camino de ver; muchos cigarrillos aplastados en un cenicero; música estridente y yo en medio de la nada.

Afuera la noche taciturna de un sábado desierto.

El calendario me indica que me queda poco tiempo de este descanso que, por momentos, ha sido descarado.

Pienso en la innumerable cantidad de veces que, durante el ajetreado año, ansío estas horas muertas y sólo para mí...qué irónico, no?

Las vacaciones son como los finales de los libros: una vez que acabas de leerlos, te sumes en una especie de depresión, de tiempo vacío, de duda acerca de lo que sigue...el siguiente paso.

En ésa estoy ahora:

¿Cuál es el paso que sigue?