Atrapados en el borde de lo moral
se miran con deseo de alquimista se lamen las costillas al pasar con los párpados húmedos
juegan sus cartas ilegales a lo visible
corren minutos de soledad antes de despedirse
con un guiño de harapos en la piel
y un dejo amargo en las lenguas afiladas de no decirse la vida simplemente
una letanía de tango los escolta
un diapasón de ansías les dibuja un aura azul
antes de anochecer han sucumbido
como espectros sudorosos traspasan las cornisas
hasta dejarse vencer por la realidad.
Ahí recién viven...