Sus tacones acallaron los pasos que de cerca la seguían. Cuando por fin notó la presencia, ya era tarde. Una mano tapó su boca y su mirada se perdió en la copa de los edificios circundantes.
Como todas las mañanas, dejó su abrigo detrás de la puerta, espantó el frío con un café amargo y enfrentó el escritorio atiborrado de tareas del día anterior. Sólo debía caminar erguida y displicente para ocultar el estigma que, desde temprano, ardía en su entrepierna.
2 comentarios:
Siempre se camina ocultando algo
siempre alguien oculta
tantos secretos tras las pieles.
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(no puedo dejarlo, sería volverme un secreto)
Estimada Aleja, no viene al caso, no viene al caso, por favor, pero creo que... por respeto a los poetss, uno debería estudiar o por lo menos leer algo del tema, de los laberintos mentales que son posibles de iluminar con la palabra poetica, demasiados dardos sin blanco conocido, muchas ambiguedades que nada aportan. Tus escritos son potentes, enormes en su interioridad, casi oscuresen el mundo con su fuerza, los comentarios que los acompañan los destrozan, los empequeñecen, algo asi como leer a Heidegger y compararlo con el bodrio de Coelo, algo así, algo así.
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