Dos siluetas están allí, una al lado de la otra, respirando apenas, casi jadeando. No se conocen más allá de los contornos, de las texturas, de los fluidos. No se miran, se hablan con las manos, con la boca y los dedos.
Llevan horas así, pero no dan cuenta del tiempo ido. A ratos los supera la distancia y se hacen ovillos, yagas, se vuelven fetos, se huelen, se penetran.
Comienzan a balbucear, a abrir los ojos, a mirarse de frente y de costado, a escrutarse. Dejan sus manos quietas y las lenguas articulan dichos, historias, epifanías.
Se tropiezan las palabras, se percatan de los relojes, se descubren desnudos y desconocidos, se preguntan el nombre...se acaba la magia.
Llevan horas así, pero no dan cuenta del tiempo ido. A ratos los supera la distancia y se hacen ovillos, yagas, se vuelven fetos, se huelen, se penetran.
Comienzan a balbucear, a abrir los ojos, a mirarse de frente y de costado, a escrutarse. Dejan sus manos quietas y las lenguas articulan dichos, historias, epifanías.
Se tropiezan las palabras, se percatan de los relojes, se descubren desnudos y desconocidos, se preguntan el nombre...se acaba la magia.
1 comentario:
inclusi, la magia se acaba.
pero, también regresa.
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