Las horas se suicidan imperceptibles, exagües en su afán por figurar en una historia que no las condene por inmisericordes.
Se lanzan, encandiladas, contra la bayoneta enhiesta de los minuteros.
Nadie se compadece de su inmolación; nadie detiene los segundos en un bolsillo para elevar por ellas una súplica.
Quizás por eso vuelven cada vez más aterradoras, inclementes, y se nos cuelgan de las estrías, nos encanecen la razón, enturbian nuestra mirada hacia el pasado y nos hipotecan el futuro.
Las horas son, entonces, el pasaporte a un letargo tenue y diario que nos va sumiendo y consumiendo.
Las horas son nuestro otoño.
7 comentarios:
"minutos, que se estrellan en mi...", "minutos...son Kamikases de Dios"...
(Así escribió cierto canta-autor)
Muy conmovedor tu texto...
Cuidate harto
reclamaría por tu silencio,
pero el tiempo también ha pasado por mi casa
y yo tampoco he movido la boca...
te xtraño, ale
hola amiga, discula por no recordar tu nombre en msn.
recién capté que es la versión encriptada de nuestra ciudad de viento.
regresé esta tarde y todo me parece inundado de otoño, de tus horas, de tu mirada.
las horas son nuestro otoño...
las horas separan a las personas, las hacen volver viejos, producen nostalgia de una juventud para nunca acabar, las horas son nuestra condena de lo que no hicimos, como hojas de otoño.
las horas nos han separado de nuestras conversaciones, recien me han dado un respiro pa escribirte.
cuidate mucho profe social y todo eso.
¿sabes? tuve un tiempo en que el secundero de mi reloj lloraba. Bueno, la verdad es que lloraba yo, esperaba, y mi reloj acompañaba mi pesar. Yo nunca he tenido especial predilección por los relojes, por lo mismo trato de burlarlo cada vez que puedo. Es más, tengo mis relojes adelantados diez minutos. Y aunque en mi cabeza tenga todo claro, en la vista no.
Algo es algo, cierto?
como siempre, sólida, maestra
:)
mucho tiempo sin blogear por la vida.
hacia dónde va tu alma esta noche?.
Publicar un comentario