El ruido intenso de esa soledad indeseada, destructiva y devastadora me ha rondado por estos días. Miro por la ventana y siento la impresión de que la vida pasa por fuera y me deja (quedo) al margen.
Me corroe una especie de laxitud que sé que es un espejismo; tras él se acurruca la necesidad de un abrazo, de un beso y murmullos de estrellas en los oídos.
2 comentarios:
Bueno ....la soledad tiene a veces esos sabores amargos ... que nos hacen sentirnos mas desvalidos que nunca ... pero es nuestro pasajero estado de ánimo ... es nuestro singular aislamiento del que somos concientes ....
UN abrazo y pronto pasará
saludos! muak!
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