Te veo claramente
escudriñando el horizonte que dibuja mi mirada
y una ola de ternura llena de rocío mi atalaya.
Tratas de descifrarme desde tus códigos rudimentarios
y la cara se te puebla de sonrisas con cada hallazgo
mientras el pudor hace trizas mis parapetos habituales.
Mis horas se han adherido a tu espalda
mi voz sólo quiere reposar en tu oído
y mi sed busca consuelo en tu cuerpo
nada más.