Te daría una bofetada
de verdades que dejaran
boqueando tu mandíbula
cínica
para después taladrarte
los oídos
con otro tanto de ideas que tu cabeza
no alcanza a calibrar,
incluso si fuera necesario,
abriría tu sesera
para depositarlas directamente ahí y,
de paso,
conocer el intrincado,
absurdo e
ilógico
mecanismo que la hace operar,
porque funcionar lo dudo.
Eres tan sorprendentemente leve
que las nubes envidian tu esencia
y el aire busca
desesperado
la forma de imitarte y
de hacer suyo
lo que en ti es tan natural.
Pero debo confesar
estoicamente
que me sorprendes
cómo no admirarse
de tu inigualable habilidad
ya que eres
una apología a la tontera...
1 comentario:
Excelente, Aletea.
Extrañaba tus textos.
Un abrazo.
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