viernes, agosto 06, 2010


Los días me muerden la razón

y me desvisten con una lujuria apremiante

de poca ternura

nulo entendiemiento

y todo de contestación.


Nadie hoy clama por una pausa

palabra olvidada

gesto en extinción

preámbulo marchito

reemplazado

mutado

desechado por exceso de misericordia.


Un nuevo dios

un matriarcado esclavizante

la premura

la urgencia

y su amante lascivo

el apuro

lo inmediato.


Mientras tanto

yacemos atolondrados

asfixiados de tanto respirar

boquiabiertos de realidad

narcotizados de una consciencia etérea.


¿Hasta cuándo, digo yo?

¿Hasta cuándo cultivamos el afrecho que nos ahoga?

¿Hasta cuándo jugamos al borrego consciente de su fragilidad?

Hasta cuando la muerte nos separe de tanta soberbia.

Hasta cuando decidamos lo imposible.

Hasta cuando dejemos de creer en nosotros.

Hasta que dejemos de ser vacas sagradas de una creación fraudulenta.