sábado, marzo 10, 2007

Hay una brecha entre lo que soñamos y lo que realmente existe; en cómo queremos ser y lo que somos verdaderamente.
En ese abismo llora la vida.

Esa vida que espera ansiosa a que la tomemos por asalto y la sorprendamos con ingenio.

Tantas veces sólo la miramos y seguimos de largo; otras tantas desafiamos su paciencia y la tratamos con desdén, como sabiéndola una más de nuestras posesiones.

Sólo cuando estamos al borde de la muerte, mirando la pálida presencia del adiós nos damos cuenta que la muerte está tan segura de su triunfo, de su victoria final que nos ha dado una vida de ventaja, esa misma vida que acabamos de despreciar.

¿Cómo hacer para que no se nos sigan yendo los amaneceres?

¿Cómo lograr que el tiempo sea nuestro aliado cuando cae la noche?

La respuesta no está en los relojes, ni en los libros. Tampoco en los tranvías, ni en las multitudes.

La respuesta está en el silencio.

6 comentarios:

Gonzalo Villar Bordones dijo...

A. por sincronismo hemos abordado el mismo tema.

te dejo cubiera de abrazos.

DonGalleto dijo...

Muy chida reflexión

Cierto es que son tantas las cosas vanales que nos distraen que muchas veces nos olvidamos de disfrutar las cosas bellas de la vida como el simple hecho de respirar.

Un Abrazo

Miguel Ángel Ángeles dijo...

esa idea de "una vida de ventaja" no me va a dejar dormir...

anyway.. gracias...

Gonzalo Villar Bordones dijo...

dónde buscarte?, dónde abrazarte?

m. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Camila del Rosario Silva B. dijo...

Por qué será que cómo vivimos la vida no es como soñamos vivirla?