sábado, octubre 20, 2007

Con diez años de menos...

Llevo dos semanas con un suspiro en la garganta
y una palabra amorosa escapándose por la mirada...
Con los años o,
mejor dicho,
con el tipo de años que he vivido yo, las palabras amorosas suelen estancarse en la mirada y quedar allí,
sin poder encontrar el cauce para salir despedidas por la boca como infinitos enjambres de mariposas.
Pero no es una queja, sino más bien la constatación de una experiencia de vida;
de haber tejido los momentos en una trama más silenciosa y solitaria.
Cada uno sabe por qué ha llegado a un punto, a una forma, a una fisonomía...
nadie es ajeno a sus vericuetos, a sus propias tampas, a sus eufemismos.
Uno está lleno de cánones autoimpuestos, soportables o no, que te van dibujando los días a tu imagen y semejanza.
Uno está hecho de dogmas personales,
de fe inquiebrantables y
de principios que se han escogido para ordenar los cajones donde se guarda y almacena la vida.
Esta semana se me desordenaron los cajones y
me dio gusto porque me llevó a pensar...
"con diez años de menos...habría blasfemado...con savia de ese cuerpo quemaría mis templos..."
Pero porque la vida es sabia en medio de su caos,
el rapto amoroso me ha ocurrido ahora, al asomarme a los 42,
cuando soy capaz de medir mis tropeles y ya no necesito tanto verbo,
ni tanto verso para expresar lo que quiero...
porque tengo mi mirada;
mi mirada que no se vende a los convencionalismo,
ni a la diplomacia....
porque ella,
mi mirada sólo me responde a mí y
es consecuente sólo conmigo;
más aún,
habita mi intimidad más recóndita y
desde allí emerge pura y sin presiones.

1 comentario:

Gonzalo Villar Bordones dijo...

afortunado el que recibe tu mirada de amor.