sábado, octubre 13, 2007

Conversación con mi hija en honor a su madre (cadáver exquisito)


(Aquí estamos en la clausura del homenaje a Neruda...Maite está de blanco y yo en medio de los talleristas)


La vida siempre nos acercará porque somos como el agua negra que acumula la mierda de la vida, pero, al mismo tiempo, somos la basura desde la que nacerá lo nuevo, lo necesario...la vida.


Entretanto en tanto, desando la incertidumbre del eco, del sonido, del insaciable que lamenta en escondidas como el cuerpo no entiende de tiempo, ni de historia, ni de excusas.


Más allá de las distancias que nos impone el día a día, está ese nexo que construimos en una sala de añejos olores de monjas transnochadas y que nos marcaron el día que hoy vivimos...tú, mujer grande y yo, más vieja.


Laméntame entonces al oído, qué sucede con el ritmo de los pasos ajenos, pero ciertos, con el palpitar del alma ante una atadura sin vuelta; ante un segundo que guarda lo inacabado, lo inpalpable, lo efímero del suspiro. Coméntame, entonces, qué sucede con el silencio que guardan tus sábanas, tibias de recuerdo.


Pilar: Estoy con tu hija en el día de tu santo y te recordamos con una de las tantas cosas que nos une: la escritura...

Es tu hija y tu herencia para este útero que ya se hizo infértil en la espera de un alguien que le diera sentido... tu hija le da sentido.


Entre caudales de sentires de una noche de fuga, levanta tus manos, despójanos de razones, de falacias, de preguntas y muéstranos qué hay detrás del vapor que aflora entre tanto discurso; ese norte que suele situarse en los segunderos prendidos de la palabra callada en el momento preciso.


Y por eso quiero que te lleves lo mío, porque no me cuesta desprenderme de mis cariños cuando se trata de dártelos a ti... porque a pesar de las grandes ausencias, te quiero y te siento en medio de mis imperfecciones como madre...tan sólo porque te quiero, Maite.


Por ahora busco en los estropajos de la deshonra y de los infortunios de la vida esos secretos que sólo guardan algunos acerca de la verdad perdida, de la felicidad completa y ajena y un encuentro. Entonces con la sorpresa inocente de ver frente a los abismos del azar, que no hay más que confiar en un otro, lo que el amor, el tiempo, la esperanza y la vida en sí puede hablar con la sola posibilidad de permitir la virtud de la existencia, del poder hacer realidad lo que ni siquiera nos han dicho que aún existe y hoy está en tus ojos, en tus manos y en tu ser: que hoy se expresa en un tal vez esperado, Gracias, vieja linda.


Y aquí me quedo...ella seguirá la historia porque ella lleva la fuerza de la historia...porque ella me supera...porque ella es la Maite.


Para tí, Pilar.

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