viernes, febrero 16, 2007

SS

(postal de una noche porteña)

El chico-pobla, con su cabecita rapada y su trajecito negro, oculta su soberbia y estupidez tras su bate de fierro. Oculta su cobardía en la oscuridad de la noche, esperando lo que él llama "la escoria".

Su calva luce brillosa e ilumina una bandera chilena que está pegada en su brazo como el estandarte de una lucha que no entiende, pero que acata porque se la han grabado a fuego en su cabecita vacía.

El chico-pobla-malo no tiene más imágenes en su retina que la de los enemigos a su causa: extranjeros, travestis, punkies y todo aquél que no comulgue con su estrechez de cerebro y su falta de escrúpulos.

Mientras aguarda a la presa, recuerda su última reunión con el bracito derecho en alto, la manito estirada en saludo a un vejete que vio, alguna vez, en una película en blanco y negro.

El chico-pobla-malo-inculto no sabe pronunciar ese saludo de palabras fuertes y de idioma desconocido. Sólo sabe de la excitación que le provoca, del calor que le recorre por la venas y del deseo de destruir todo a su paso cuando acaba la sesión.

El chico-pobla-malo-inculto-ignorante desconoce que es utilizado por otro tan desclasado, perverso, sin educación y bajo como él, cuya única diferencia es que se mantiene a resguardo, en la sombra, porque lo tiene a él como carne de cañón.

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