viernes, julio 13, 2007

De regreso...

Aún resuenan en mis oídos voces adolescentes, con ansias adolescentes, idealismo adolescente y compromisos de hombre nuevo.

Aún palpitan en mi retina cerros con casas a medio derruir, gente amable, de mínimas palabras, asombradas de ver a estos adolescentes encumbrados en techos de esperanza.


Nogales, un pueblo chico, cosquilleando la Panamericana, casi inadvertido, de raza pobre, de caminar lento; sin farmacias, ni vidrierías; tan apartado del ajetreo citadino y tan digno en su identidad rural.


Durante cinco días, me alejé de mí, aun cuando estuve más dentro mío que otras veces...la paradoja de los acontecimientos que nos impactan.


Me llené de palabras silenciosas, ventilé inseguridades en rincones de telarañas, curé pequeñas heridas de batalla y fui testigo asombrado de la continuidad de los sueños que no se quedaron en la historia, ni en un discurso polvoriento.


Hay un minúsculo instante que supera la barrera de los vocablos; aquél que posee esa emoción no descrita en diccionarios, ni manuales; esa sensación indescriptible de estar siendo parte de un evento glorioso, cuando se vive aquello por lo que uno ha esperado tanto: ver realizado el sentido que se le quiso imprimir al levantarse a diario para ir a cumplir con un "trabajo".


Todavía es muy pronto para poder descerrajar, en sílabas, todo lo que en cinco días me sucedió por dentro.


Todavía es muy pronto...


Aunque ya estoy de vuelta, algo de mí quedó enredado en esas calles y seguramente volverá con esa lentitud que invadía las tardes de Nogales.

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