sábado, julio 21, 2007

Llevo dos días soñando que me muero...no sé qué significa.
Hace algunos años, supe de lo absoluta que es la muerte y me di cuenta que es eso, precisamente, lo que nos hace temerla tanto. Una vez que ha pasado, nada tiene retorno; lo que no se dijo o hizo, no tiene oportunidad de ser nuevamente.
Busco dentro mío tratando de saber qué pienso respecto de ella; si creo que es sólo un umbral hacia otra vida, si pienso que es el final de todo o si se mantiene una conexión con esta dimensión que llamamos "vida real", "realidad" o cosas por el estilo. Se me confunden las convicciones, las ideologías y las creencias; lo que quisiera que fuera, lo que anuncian los libros o la teoría que me he construido con retazos de todas las anteriores.
No sé.
Para aplacar, en parte, mis eternas ansias de calma y quietud he intentado creer que allí se termina todo y comienza la nada; un espacio sin ruidos, ni voces, ni apremios, en donde comenzará mi paz verdadera, ésa que se me hace tan esquiva.
Cuando se trata de la partida de un ser querido, siento que es sólo un cambio de estado, que nos permite seguir sintiendo y percibiendo a quiénes se han ido; algo así como un entrepiso habitado por almas que están a nuestro alcance toda vez que no las olvidemos.
Quizás ambas teorías sean las que más me acomoden, pero siempre está la inquietud de la no certeza.
Pero lo más importante para mí es que debido a la magnitud de ese absoluto y de esa necesidad de buscar la calma, la decisión de morir debiera ser respetada sin contemplaciones, ni cuestionamientos, ya que estos últimos nacen del egoísmo y del temor que surge al saber que perderemos a alguien.
Creo que hay pocas cosas más violentas que impedirle a otro la voluntad de irse, porque cuando se ha tomado tamaña decisión es cuando ya nada es capaz de mantenernos acá y la angustia ha hecho presa de nosotros.
Entiendo lo difícil que debe ser quedarse impávido frente a una resolución como ésta, pero si pensásemos en lo que el otro está soportando, padeciendo y sufriendo, podríamos tal vez hacer algo con nuestros propios sentimientos.
No sé.

1 comentario:

ignaciev dijo...

la fragilidad del momento
ese instante
hace que todo termine
y que todo lo preterito
se vaya al carajo
le tengo miedo
a la muerte
por todas sus implicancias
y malos ratos
solo ese segundo,
todo cambió.


cariños