sábado, septiembre 16, 2006

Viaje sin retorno...


Fue en aquel viaje, cuando la adolescencia nos bullía por dentro, que nos internamos en ese mar de desolación absoluta que es el desierto, sin saber que esas soledades se irían a adherir a nuestras almas, marcándolas a fuego.
Éramos los dueños de las respuestas; nos creíamos conocedores de todos los trucos de la vida, por lo que difícilmente podíamos imaginar algo que no pudiésemos dominar.
Pero había algo.
Una macabra realidad se escondía tras los peñascos y nuestros envanecidos ojos no supieron verla.
No fue la sal la que empañó nuestras miradas, ni es tampoco la que hoy provoca el derrame de mis lágrimas, a años de aquel viaje, sino la pérdida de la inocencia que nos dejó a un lado del camino, ya convertidos en hombres de un puro paraguazo.
El desierto se nos metió en el alma y secó lo que creíamos que duraría para siempre.
Volvimos mudos de asombro...y aún lo estamos.

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