martes, julio 25, 2006

Aprendizaje...

La había idealizado por largos cuatro años.
En aquel tiempo, todo en ella me parecía poderosamente provocador: su caminar ondulante, su voz cavernosa y siseante se introducían en mis fantasías de adolescente. Toda e
lla tenía sabor a prohibido.
La acechaba hasta que la veía aparecer y, con disimulo falso, me acercaba como si fuera un encuentro pasajero y fortuito. Me bastaba mirarla y entrecruzar un par de frases para quedar prendido de su voz y su aura.
Rápido nos dejó atrás el tiempo. Ambos continuamos nuestros caminos en silencio. Lejos quedaron las miradas, mis sulfurosas imágenes y mis años de juventud.
Hasta hoy.
Primero fue el aroma inconfundible de su perfume y antes de que su figura se alojara en mi presente, la tenía allí mismo. Era ella.
Mis ojos no se cansaban de abarcarla mientras un tibio rubor hacía presa de mi cuerpo. Era ella y, aunque los años dejaran estelas grises en su pelo, seguía siendo la misma mujer que me arrancó horas de sueño e inocencia.
La miré de soslayo todo el tiempo hasta que antes de perderla de vista, se cruzaron nuestras miradas y ahí entendió, por fin, lo que siempre quise que supiera: ella me enseñó mucho más que a leer y escribir.

2 comentarios:

tierragramas dijo...

muy buen relato!


de verdad está buenísimo.

:D

los años, la experiencia, el no olvido.

Saludos

dreamparanoid dijo...

Es verdad.
Mucho mas.