martes, septiembre 19, 2006

Llamada en espera...

Marcó los siete números del teléfono. La respiración entrecortada y el sudor de las manos la delataban.
Hacía exactamente cinco años que no pulsaba esos números, pero ya no podía esperar más.
El timbre de "llamando" le entraba por el oído e iba a desparramarle las palabras que tenía preparadas para la ocasión. Sudaba helado.
¿Cuánto duraba la espera? No sabía, pero las fuerzas ya le flaqueaban cuando una voz de mujer la sacó de su ensimismamiento.

- Aló? - oyó decir.
- Francisco? -contestó, saltándose los preámbulos tantas noches ensayados.
- Francisco?
- Por favor, nece...perdón, quisiera hablar con él.
- Un momento. De parte de quién?
- Cecilia.

El nombre se le vino a la mente como aquél que ocupara por esos días de amor clandestino, cuando lo cambiaba junto con su voz.
Esperó y cuando el miedo irrumpió en su mano a punto de hacerla colgar...

- Aló?
- Francisco, eres tú? -musitó, extrañando el timbre de voz.
- Sí. Con quién hablo?. No conozco a ninguna Cecilia!

Ya no recordaba su falsa identidad y quizás tampoco la recordaba a ella ¡Habían pasado tantos años!

-Yo soy...María...5 años atrás...tú y yo... los libros, las clases...te acuerdas?
- ...(silencio)
- Quería saber de ti -dijo, sintiéndose una estúpida adolescente. -¿Cómo te ha ido? ¿Qué has hecho?
- ... (silencio)
- Aún no sabes quién soy?
- Sí, lo sé... tanto tiempo...estoy bien...qué sorpresa!...no sé qué decir!
- Tal vez estás ocupado y llamé en mal momento.
- Ocupado, sí, la verdad, muy ocupado.
- Lo siento. No quise incomodarte...tal vez otro día...
- ... (silencio)
- Perdona. Te dejo...lo siento...adios.
- ... (silencio)

Con una mano dejó el auricular, mientras con la otra ahogaba un gemido de dolor intenso que se le escapaba por la boca.
¡ Qué tonta había sido!
Quedó paralizada frente al teléfono, llorando pausadamente, dejándose ir en un mar de recuerdos que la atormentaban.
¡Lo había amado tanto!
Claro que sí...Desde esa vez, nunca había querido de nuevo y tampoco se había metido a la cama con nadie.
Se volvió sobre los pasos y el espejo se le apareció de frente y sin piedad. Allí estaba ella, con sus cuarenta y tantos, asomada todavía a su último amor.
¡Qué patética!, se dijo y limpió de una bofetada las lágrimas que le abrillantaban el rostro.
Caminó unos pasos y el aire se le congeló en la nariz. El teléfono comenzaba a sonar...
¿Sería él, más calmado de la impresión?
De una zancada, estaba de nuevo con el auricular en la mano.

- Aló?
- Soy yo, Francisco.
- Ahhh...me diste un susto...qué sorpre...
- Sólo llamaba para decirte que no me acuerdo de ti...Ya no me acuerdo de ti.
- ... (silencio)

1 comentario:

dreamparanoid dijo...

Me has golpeado sutilmente
destrozado con dulsura
mutilado con nostalgia

Estamos en tiempo de recuerdos
de faltos de memoria
desnucados a la fuerza


estamos en el mismo peldaño
desde hace años