martes, octubre 17, 2006

De tanto buscarte, tu silueta se ha deshecho en mis ojos, aunque a tientas sigo tus pasos en esta distancia que a ratos atormenta.
Te cuelas por esa rendija que nunca logró cicatrizar, por donde se escapan los suspiros, los sueños, las ganas de encontrarte
y quedo allí, inmóvil en la espera,
como aquellas tardes de ventanas en que el sólo deseo te dibujaba viniendo hacia mí.
La ciudad te esconde las pisadas;
las calles nos expulsan hacia nortes distintos;
los paisajes comunes ya se han desteñido,
el cuaderno con tus dibujos y mis letras yace senil, mudo y sepia.
No hay rito que despegue mis manos de tu espalda;
no se ha escrito el nombre que derrame olvido sobre el tuyo;
no gira el tiempo si no es en tu dirección...
Pero irremediablemente te has ido,
aunque no de mis vértebras...

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